Verde sobre negro
Sportivo debe encontrar esperanza en la tristeza. Es tiempo de balance luego de otra temporada que dejó mucho para analizar.
Alivio de Luto es el nombre de uno de los discos del genial Joaquín Sabina. Es también el término con el que se describía una situación que se daba hace varios años por mandato de las reglas de usos y costumbres.
A mediados del siglo pasado todavía se solía respetar al pie de la letra las normas del luto o duelo: durante los primeros meses posteriores a una pérdida importante, los deudos tenían que observar algunos comportamientos. Durante el luto riguroso se vestía de negro, se evitaba la vida social y el ocio.
Luego de un tiempo prudencial, este luto que guardaban especialmente las mujeres, comenzaba a aliviarse. Se permitían algunos otros colores, algo de maquillaje, alguna salida ocasional. El dolor y la pena empezaban a darle paso al regreso a la vida normal.
Sportivo, si se quiere, está atravesando la etapa del alivio de luto. El recuerdo del descenso de la B Nacional todavía permanece fresco y estos intentos por volver a ser protagonista se pueden interpretar como el retomar el uso de colores que no sean el negro.
El descenso, claro está, fue una pérdida muy fuerte. El club, la ciudad, esperaron durante muchísimos años llegar a esa ansiada categoría y permanecer en ella por mucho tiempo. No lo logró y el volver a empezar es muy pesado.
Salvo casos excepcionales de equipos muy grandes como Talleres o River, recuperarse del golpe es demasiado difícil. Hasta un gigante del interior como San Martín de Tucumán fue noqueado por tres descensos consecutivos.
Los tiempos posteriores al descenso son complicados: el plantel se desarma, la gente pierde entusiasmo y la asistencia al estadio se reduce notablemente, los auspiciantes comienzan a bajarse. Encima, a Sportivo le tocó caer de categoría en plena crisis económica y ello para el fútbol significa muchas veces morigerar las ambiciones.
El "verde" no renunció a lo que ya le demanda su historia: ser protagonista. Lo hizo con los recursos disponibles y, sobre todo en la temporada que se le terminó el sábado, priorizando el objetivo a largo plazo sobre el éxito inmediato.
Más allá de los números, el trabajo de Ariel Giaccone tuvo un par de "caballitos de batalla": la apuesta al buen juego y la promoción de los valores locales.
En algún momento, el buen juego flaquea, se encuentra con el capricho de una pelota que no quiere entrar o choca con un plantel de mayor jerarquía y experiencia. Pero la oportunidad que se le da a un juvenil es como plantar una semilla que tarde o temprano dará sus frutos.
La consolidación de Müller, los debuts de Barbero, Catube, Moreno, Bringas y Tello son logros incuestionables. Se produjeron en buena parte a causa de la necesidad de reforzar un plantel corto que venía en caída por un primer semestre flojo, es cierto. Pero lo más importante fue comprobar que los chicos tenían buena formación, que física, futbolística y psicológicamente estuvieron a la altura de las circunstancias y que sus actuaciones sirvieron para potenciar al equipo. Sportivo no se despidió el Federal A con una goleada en contra. Ni si quiera perdió en tiempo reglamentario ante uno de los equipos de billetera más gruesa de la categoría.
Las pequeñas alegrías que estos chicos que hasta hace no mucho tiempo atrás jugaban en la Liga Regional le dieron a hinchas y cuerpo técnico pueden compararse con el volver a permitirse algún que otro como en el alivio de luto del que hablábamos al principio. Poner verde sobre negro, esperanza sobre la desilusión.
No alcanza para llegar al gran objetivo, está claro. Tampoco alcanzó que buena parte de la estructura del equipo esté integrada por jugadores de la ciudad, identificados con el club como Francia, Aróstegui, Castro y Gaviglio. Pero sí indica un camino a seguir, un "modelo" al que hacerle frente a la crisis, algo tan debatido en estos tiempos.
Sportivo, con altibajos, pudo mantener en alto su nombre. El que se supo ganar en los últimos años. Cumplió con la meta de ser protagonista y llegó hasta donde pudo levantando banderas de buen fútbol y confianza en los recursos genuinos. Pero lo que no debe es sentirse cómodo con la situación. Equipo que se conforma se estanca, y en nuestra sociedad eso es muy parecido a echarse al abandono.
Habrá que hacer un balance de lo que dejó la temporada y volver a la carga con todo, aprovechando los logros obtenidos e interpretándolos como señales de una senda a seguir. El luto va quedando atrás y pronto se volverá a la normalidad, si se entiende a esta como estar jugando instancias finales o -por qué no- pertenecer a la elite nacional.