La Revolución Libertadora a través de la mirada de un protagonista involuntario
Wildo tiene 87 años y el 16 de septiembre de 1955 cumplía con el Servicio Militar Obligatorio cuando empezó la sublevación que terminaría con el gobierno de Juan Domingo Perón.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Wildo Capello en 1955 cumplió con el Servicio Militar Obligatorio (SMO) en
el área de Artillería. El 16 de septiembre de aquel año después de una larga
guardia se disponía a descansar, pero eso no duró mucho porque los levantaron
en la madrugada para una actividad donde no tenían experiencia alguna. Su vida
dio un viraje absoluto.
Han pasado exactamente 66 años de aquel día donde una crisis estalló y una pluma invisible escribió en el cuaderno de nuestra historia dos palabras: Revolución Libertadora. Esa jornada Wildo la recuerda como pocos porque él tuvo que empuñar un arma y obedecer la orden de atacar a sus propios compatriotas que estaban en la parte de infantería, había que bombardearlos como fuera, aunque no entendieran el trasfondo del conflicto que había comenzado.
Estamos acostumbrados a recordar el proceso de la Revolución Libertadora con ojos centralistas, pero en realidad hay que detenerse a pensar que fue como un dominó donde el estallido puso a Córdoba en un rol central.
Hoy este vecino de la ciudad tiene 87 años, es de la clase 1934 y tiene intacto en su memoria lo que sucedió en aquellos días y aunque hayan pasado más de seis décadas sigue doliéndole en su interior al punto de emocionarse y quebrársele la voz.
Esa Revolución que terminaría sacando a Juan Domingo Perón del poder terminó con un fuerte personalismo presidencial y el golpe no solo le impactó a él, también a gente como Wildo que quedaron inmersos en esa vorágine.
Soldados y civiles en una posición frente al Cabildo (Fotografía. Jorge R. Schneider)
El proceso
El 16 de septiembre de 1955, Eduardo Lonardi tomó las escuelas militares de Córdoba, cuando pasó eso este joven había estado de guardia hasta las 4 de la mañana y volvió a descansar un rato a la Escuela de Artillería.
"Cuando me reemplazaron y me fui a acostar sentí un ruido bárbaro en la entrada, a eso de las 5.30 nos levantaron y dijeron que nos abrigáramos bien y sacáramos el arma, una carabina. La orden era ponerse al frente", recordó.
La sublevación había iniciado y él no tenía mucha idea.
"No sabíamos, pero teníamos que enfrentarnos a Infantería y es como dice el tango, 'es triste, muy triste, pelear entre hermanos un mismo querer'. Nosotros peleábamos argentinos contra argentinos", lamentó.
En realidad, peleaban por órdenes de quienes disputaban el poder y no pudieron solucionarlo por vías pacíficas (de uno y otro lado) en pos de la democracia.
La tapa del 17 de septiembre de LA VOZ DE SAN JUSTO con la crónica del alzamiento iniciado el día anterior.
Las balas y la muerte ante sus ojos
Don Wildo contó que con los cañones bombardearon la Escuela de Infantería y de acuerdo a su percepción por suerte retrocedieron en seguida "porque si no los hubieran matado a todos", y aun así hubo bajas.
"Recuerdo que mataron a un teniente coronel que era de la capital y cuando llegaba a la Escuela de Artillería lo mataron. Artillería estaba muy cerca de Infantería y el grupo de Paracaidistas. Nosotros éramos cuatro haciendo el SMO, no teníamos ningún tipo de instrucción, no sabíamos cómo protegernos ni hacer una trinchera para meter la cabeza así que las balas nos rozaban la cabeza", añadió mientras miraba fotos uniformado en aquella época donde despilfarraba juventud.
Sus jefes lo mandaron con un larga vistas y sus armas a una torre, desde allá su misión era vigilar, alertar a quienes estaban en tierra, y si era necesario actuar rápidamente para evitar que ingresen a sus terrenos: "Además de tener mi carabina, le pedí el arma a un compañero y me subí a una torre, desde allá miraba y alertaba si entraba alguien. Desde allá bombardeábamos a estos pobres muchachos de Infantería".
"Eso fue muy triste y es algo que nunca me olvidé, aun hoy me emociono porque esa madrugada la pasamos muy mal hasta que cuando se hizo de día nos pudimos organizar mejor", relató. El enfrentamiento no terminaría, los posicionamientos fueron cambiando, no obstante, en él todavía había miedo, desconcierto, dolor e ignorancia sobre cómo se llegó a ese punto y lo que además sucedía a gran escala.
Un final abrupto para la segunda presidencia peronista
Seis décadas y chirolas atrás, quienes siguieron al general Eduardo Lonardi y engrosaron sus tropas ocuparon, obviamente por la fuerza, las guarniciones en Córdoba. Ese sería el primer avance que seguiría paso hacia Santa Fe y desembocaría en Buenos Aires donde en su estrategia encontrarían un Perón muy debilitado y lo derrocarían.
Lonardi y compañía detuvieron a la 1 de la madrugada al director de la Escuela de Artillería coronel Juan Bautista Turconi (cuando Wildo aún no había vuelto). Pocas horas después iniciaron el enfrentamiento contra la Escuela de Infantería, cuyo director era el coronel Guillermo Brizuela.
Córdoba era una caldera, pero en el resto de las provincias los movimientos no iban en el mismo sentido, y en Buenos Aires Perón, ya anoticiado, analizaba esta configuración de un Estado de beligerancia con su ministro de Guerra.
En otros puntos del país con la luz del sol la sublevación llegó a Puerto Madryn e Isaac Rojas asumió la comandancia de la Marina de Guerra en Operaciones. Ya al día siguiente mientras las balas iban y venían cerca de Wildo la Infantería cesó en su lucha.
El domingo 18, Rojas mediante un comunicado de la Marina de Guerra intimó a Perón a dejar el poder bajo amenaza de dirigir los ataques a la Capital Federal y desde allá él pedía que acabaran las hostilidades.
Al final después de un día más de "tire y afloje" donde Perón decidía si hacer caso omiso o no a la exigencia de abandonar el poder, el 20 los diarios anunciaron que el peronismo había sido desplazado y asumiría un presidente provisional con varios muertos en su haber. Al final Lonardi había logrado su objetivo y Wildo sobrevivió para contar lo que vivió.