Fútbol desaforado
El aforo lo dejaron en offside. Pretendió ser una broma, pero es una manifestación de la resignación frente a la actual realidad. En Twitter se pudo leer: "La vuelta de los hinchas es como la inflación. Te dicen que es del 50%, pero vos sabés que es más".
La palabra aforo indica la capacidad de espectadores que puede admitir un reciento o edificio destinado a un espectáculo público. Deriva del verbo aforar, formación romance del prefijo "a" (del latín ad) con las palabras latinas fórum y "forus". La primera daba cuenta de cualquier espacio público (mercados, plazas, tribunales, etc.). La segunda designaba principalmente a las hileras de bancos de remeros en un bote y al espacio comprendido entre ellos. Luego, por extensión a las filas de asientos en los circos romanos. Entonces, uniendo ambas acepciones, el aforo calibra la capacidad de un espacio público para recibir gente en un espectáculo.
El término cobró una importancia singular por estos días en el país debido al retorno de los aficionados a los estadios de fútbol dispuesto por el gobierno nacional. Y ha sido el nuevo motivo de la costumbre argentina de no cumplir con las normas establecidas y de la imprevisión organizativa que caracteriza a la dirigencia, tanto política como deportiva. Así, el tan anhelado regreso del público a los estadios terminó convirtiéndose en otra prueba de la anomia en la que vivimos.
Luego de más de un año y medio de tribunas vacías, el fútbol volvió a jugarse con la afición presente. Para el ser argentino no es un hecho menor. Hace a la identidad y al entusiasmo con la que vive el más popular de los deportes. Y demuestra que la gente que concurre a la cancha tiene un rol importante -casi irremplazable- a la hora de analizar el fenómeno deportivo y social que supone la adhesión a una divisa y la posibilidad de disfrutar del juego.
Sin embargo, lo que tanto se añoró se transformó en un nuevo problema. Hubo un plazo más que extenso para planificar la vuelta del público. Pero todo se decidió 48 horas antes. Ante ello, la falta de organización quedó dramáticamente expuesta frente al desenfreno de algunos, la irracionalidad de otros y la falta de decisiones de quienes debían tomarlas. Así, se desvirtuó desde el vamos el aforo del 50% ordenado por las autoridades gubernamentales. Tribunas prácticamente completas en la mayoría de los estadios fue el panorama común. Adiós al distanciamiento necesario en virtud de la pandemia. Bienvenidas las acusaciones que reparten responsabilidades en los demás.
Todo bien argentino. Con la desmesura de la pasión que, si algo puede justificarse, se hallaba aletargada ante la extensa abstinencia de presencia en las tribunas. Y con la falta de rigurosidad a la hora de cumplir y hacer cumplir con las normas. Con la hipocresía de algunos que miran para otro lado pensando en las elecciones. Con la impericia de otros que "manchan la pelota" pero también hacen la vista gorda.
Puede afirmarse, entonces, que al aforo lo dejaron en offside. Porque el fin de semana se vivió el fenómeno del fútbol desaforado. El espectáculo que no cumplió las normas. El que volvió a colocarse fuera de la ley. Que obligó a advertencias severas -y de casi imposible realización en virtud del contexto social y político- como la de intimar a que se cumpla el aforo porque de lo contrario volverá a prohibirse el ingreso de la gente a la cancha.
Pretendió ser una broma, pero es una manifestación de la resignación frente a la actual realidad de nuestro país. En una cuenta de Twitter se pudo leer: "La vuelta de los hinchas es como la inflación. Te dicen que es del 50%, pero vos sabés que es más".