El hombre que no dejó solos a los abuelos
La ayuda es un hábito que atraviesa a Oscar Francia como si estuviera marcado con fuego y ese sentimiento lo llevó a decidir que no podía dejar a sus amigos a quienes les hace los mandados porque es algo tan profundamente arraigado en él que ni una pandemia lo puede derribar.
Por Ivana Acosta | LVSJ
¿Cuál sería una descripción acertada de Oscar Francia? No sé cómo la escribiríamos y lo intenté una y otra vez, pero las letras se borraban, las palabras no alcanzaban. Así que mejor hacerlo con los términos de nuestro compañero Manuel que lo fotografió.
"Oscar Francia, una de las personas más queridas de San Francisco, sigue haciendo los mandados para varios abuelos de la ciudad a pesar de todo. El gorro, ese gorro, su bici, él y su bici, y la elegancia de siempre incluso con el barbijo".
¿Por qué hablar de él? Bueno es que todos lo conocemos por una u otra razón. Todos lo han visto caminar en su andar incesante, aunque ahora mucho más en bici, y siempre con elegancia por la ciudad.
Oscar no necesita un
certificado para circular, su credencial es la de buen hombre, uno que no dejó
solo a los abuelos pese a que él también es uno de ellos.
Nunca holgazaneando; todo lo contrario, siempre está haciendo un favor a otra persona ¿Cuáles? Los abuelos quienes el viernes pasado quedaron solos - a nivel colectivo - esperando en filas interminables afuera de los bancos para esperar sus haberes, despertando un sentimiento de abandono y error imperdonable como sociedad.
Oscar evita que los adultos mayores con dificultades o indisposiciones tengan que ir a hacer engorrosas colas, exponerse a los peligros de las calles con adoquines casi arrancados de cuajo, veredas inestables y demás.
Él tiene 69 años y
como no tiene patologías severas por eso se arriesga por otros. Va las
farmacias, a pagar, por las recetas, a los almacenes desde hace 8 años con
pedidos de los vecinos y muchas veces combinados con los suyos.
No le sobra nada ni pide algo a cambio, pero siempre hay palabras de agradecimiento y cariño y Oscar lo devuelve en forma de acciones colaborando en todo lo que puede cuidando a los demás, ante todo.
Arriesgarse por otros
Hace muchos años se fue de su pueblo natal - Luxardo - y se vino a la ciudad. Salió del campo a la urbanización pero aun en aquella época en él ya estaba su espíritu solidario. Ahora no deberíamos verlo en la calle pero sale igual lógicamente con precauciones.
Por eso actualmente además del buen porte, su característico gorro y la bici también le agregó el barbijo. Así sale con un listado de quehaceres que les permitirán a otros adultos mayores estar a salvo en sus casas durante este tiempo puntual a las 8.45.
"A la mañana lo hago para mí y otras personas grandes. Hace 20 días que no salgo a la tarde, uso barbijo. Salgo porque no tengo ningún problema patológico, hago lo necesario y vuelvo a casa", contó a LA VOZ DE SAN JUSTO.
La cuarentena le impide por la tarde ir a la plaza o salir de nuevo, sin embargo, siempre se encuentra con quien le pregunta qué hace en la calle a lo que él responde: "¿Y ustedes que hacen en la calle?".
Oscar no puede detenerse en tiempos de pandemia, sigue pedaleando para cuidar a los más vulnerables a este virus
Intocable, imparable
Es cierto que a este señor ni un móvil de cualquier fuerza de seguridad podría pararlo, él no necesita de un certificado habilitante para circular y si sucediera todos lo defenderían porque es simplemente Oscar.
Esta ha sido su rutina y su gratificación al ayudar a otros desde hace 8 años. Empezó con un vecino y fueron sumándose más personas del barrio. No niega que también debería quedarse en casa, no obstante, dice que "no puede dejar solo a los abuelos".
Sobre el mediodía llegó a su casa, "se desinfecta con jabón y alcohol". Diariamente a las 8.45 Oscar ya sale en la bici porque tiene más mandados para hacer. En las clínicas, despensas, lugares de cobro y farmacias lo conocen todos.
"Al no tener trabajo eso me entretiene, tengo problemas de ansiedad, pero ahora estoy más tranquilo. A la tarde no me molesta no salir y ahora por la cuarentena no puedo ir a sentarme tampoco a la plaza porque si no lo hago siempre", relató.
Con Oscar no puede ni una pandemia o un certificado, para él primero están sus abuelos, aunque él también sea uno de ellos, uno comunitario.