“El cuerpo puede estar enfermo pero si el alma está sana, podés salir de todo”
La historia de vida de María Fabiana Blasco. "Es importante que todos se informen, que no tengan miedo a lo desconocido, a no saber cómo tratar a la persona con discapacidad", asegura esta tucumana no vidente que hoy participará de la media maratón de San Francisco.
La diabetes fue implacable con ella. La tucumana María Fabiana Blasco tiene 48 años y a raíz de esta enfermedad quedó ciega a los 26 y a los 35 tuvo que ser trasplantada de riñón y páncreas.
Su historia de vida es dura pero emocionante a la vez, por su gran capacidad de resiliencia y la decisión de seguir adelante con lo que la vida le presenta, difundiendo siempre el amor por la vida y el ponerse en el lugar del otro.
María Fabiana -quien es locutora y licenciada en Comunicación- brindó una charla en el Club de Leones de nuestra ciudad a la que tituló:"Somos diferente o indiferentes".
Además estará presente en"experiencia vivencial" que se realizará dentro de los 21K San Francisco Corre hoy domingo que parte del Superdomo a las 8.30, invitando a todos los que quieran a caminar junto a ella con los ojos tapados y atado a otra persona, para"ponerse en el lugar del otro".
"El cuerpo puede estar enfermo pero si el alma está sana, podés salir de todo", dijo convencida María Fabiana a LA VOZ DE SAN JUSTO. Desde su programa"Amar la vida" en la radio FM Sport 98.3, de Tucumán que sale los miércoles de 15 a 17, quiere difundir para que todos aprendan a vivir y mejorar su calidad de vida, con lo que tenga. "No importa lo que le toque, lo que importa es seguir", remarcó.
"Que nos vean como personas"
La comunicadora recordó que el"ser diferente o indiferente" se refiere a cómo ve el resto de las personas a las personas con discapacidad o si realmente los ven.
"Hay que terminar con que nos vean por las deficiencias sino que nos vean como personas, que nos den la oportunidades que nos merecemos tanto en la educación, en el trabajo, salud y en todos los aspectos de la vida", manifestó.
Añadió:"Cuando me ven a mi, me ven como un bastón, no como María Fabiana, incluso algunos creen que no escucho. Entonces hay que terminar con esos mitos, aunque mejoró mucho todavía queda por hacer".
"Nosotros somos personas igual que cualquier otra y la discapacidad nos da el contexto donde nos movemos. Es importante que todos se informen que no tengan miedo a lo desconocido a no saber cómo tratar a la persona con discapacidad", remarcó.
El primer impacto: las sombras
María Fabiana es diabética insulinodependiente desde los 10 años. Creció entre jeringas y controles. Cuando estaba estudiando Ciencias Económicas, una hipoglucemia -que es cuando baja el azúcar- le afectó la visión"Mi diabetes siempre fue muy rebelde. Estaba de vacaciones con una amiga y tuve hipoglucemia cuando me desperté veía todo rojo. Volví a mi casa, me operaron, volví a ver y cuando volví a Tucumán en avión y perdí la vista totalmente".
"Me acuerdo que en ese momento tenía la esperanza de volver a ver, pero cuando se cayó la posibilidad yo supe que tenía que seguir. Así aprendí Braille, fui a clases de orientación y movilidad, para qué iba a perder el tiempo llorando por lo que me pasaba".
"Quién va a llamar a una contadora ciega"
Finalmente María Fabiana no se recibió de contadora porque pensó:"Apenas nos llaman a los contadores por obligación, quién va a llamar a una contadora ciega. Me parecía que esa profesión n no iba con mi nueva condición".
Al poco tiempo de quedarse ciega comenzó con insuficiencia renal crónica y entró en diálisis a los 28 años, pero en el medio, no bajó los brazos y siguió estudiando. Esta vez eligió locución y licenciatura en Comunicación Social.
"Quería ser una profesional y llegar al corazón de la gente. La forma de llegar era la comunicación, por eso estudié locución nacional. Mientras estaba en diálisis viví muchas cosas y me di cuenta que podía ayudar", recordó.
Fabiana junto a integrantes del Club de Leones
Años de diálisis y el trasplante
Tras siete años de estar atada a la máquina de diálisis y bastantes dificultades de salud, finalmente llegó el trasplante de riñón y páncreas.
"Hay que aprender a convivir con lo que tenés y disfrutar cada segundo de la vida -aseguró-. Mi programa se llama Amar la vida, porque cuando vuelvo de mi trasplante decidí que sea un reflejo de lo que soy yo, que decidí amar la vida".
"Me trasplantaron exitosamente, a los tres días perdí el páncreas y casi pierdo el riñón pero lo salvaron con un stent. Ahora tengo mi riñón y estoy bien, hace trece años que estoy trasplantada y tengo mi diabetes controlada, con actividad física y comida saludable", finalizó.