Amazonia en peligro
Una discusión sensata se impone sobre la cuestión. La instauración de políticas adecuadas implica cambiar posturas que asoman como infranqueables. Al mismo tiempo, crecen las actividades ilícitas que rompen los ecosistemas de la mayor selva del mundo y amenazan con provocar estragos en el ambiente. La Amazonia está en peligro. Esta verdad no puede ser soslayada porque su impacto en la vida del hombre es enorme.
Organizaciones ambientalistas internacionales han denunciado que la destrucción de la selva tropical del Amazonas brasileño ha aumentado con rapidez en los últimos tiempos por imperio del accionar de mineros o explotadores forestales que actúan en la ilegalidad y por la reducción de los controles y la vigilancia por parte del Estado del vecino país.
El cambio de actitud que ha expresado el nuevo gobierno brasileño frente al cambio climático parece tener relación estrecha con esta situación. De acuerdo a las denuncias y a las publicaciones especializadas, Brasil ha virado considerablemente al retirarse de los esfuerzos que alguna vez hizo por reducir el calentamiento global al preservar la selva tropical más grande del mundo, según publicó, por ejemplo, el diario The New York Times.
La ciencia ha demostrado hace ya mucho tiempo que la Amazonia tiene un papel central en la eliminación del carbono de la atmósfera, así como también es una reserva de agua dulce de excepción y alberga una biodiversidad única en el planeta. Por esto, tienen asidero las advertencias de que la deforestación puede tener efectos dramáticos no solo para la población de esa amplia región, sino para todo el planeta.
Es más, se afirma que la tala indiscriminada y las explotaciones mineras en busca de oro son responsables del 8% de las emisiones globales, un porcentaje mayor que el que se verifica en todos los países de la Unión Europea. Por lo mismo, según un estudio del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), es posible que la mitad de la vida silvestre de las selvas tropicales más ricas del mundo, como la Amazonía, se encuentre en riesgo de extinción en el próximo siglo.
Si bien existen otras voces que afirman que la situación no es tan grave, lo peor en este caso es caer en posiciones extremas o fundamentalistas. La protección de la Amazonia debe ser prioridad no solo para el gobierno de Brasil, sino también para la humanidad en su conjunto. En esto, llama la atención que el nuevo gobierno del gigante sudamericano haya eliminado medidas de protección del medio ambiente como multas o destrucciones de equipos ilegales que procuran la tala de vastos sectores de selva.
Una discusión sensata se impone sobre la cuestión. La instauración de políticas adecuadas implica cambiar posturas que asoman como infranqueables. Entonces, la situación se agrava. Al mismo tiempo, crecen las actividades ilícitas que rompen los ecosistemas de la mayor selva del mundo y amenazan con provocar estragos en el ambiente. La Amazonia está en peligro. Esta verdad no puede ser soslayada porque su impacto en la vida del hombre es enorme.