Agobio
La designación del nuevo titular de la cartera de Justicia disparó repercusiones y comentarios. Quizás no porque sea prioridad ciudadana la cuestión judicial, aunque sí porque para varios dirigentes oficialistas parecer ser la única preocupación. Por cierto, muy alejada de las penurias que vive la mayoría de la población en temas cruciales para la vida como la salud, la educación y la economía.
La ministra más cercana al presidente de la Nación, la de Justicia, presentó su renuncia, la que fue anunciada cuando en una entrevista televisiva dijo que terminaba su gestión porque está agobiada. No dio precisiones acerca de cuáles son los motivos del agobio, pero antes de calificar su situación el propio mandatario sostuvo que "no viene de la política".
Como consecuencia directa de esta expresión, resultaría claro que quien no ha tenido participación activa en la vida política nacional, quizás no soporte las presiones, las demandas, las operaciones y termine tirando la toalla frente a la realidad de una actividad que parece ser para pocos. "Hay que tener estómago", afirman algunos dirigentes cuando se les pregunta acerca de los motivos de su permanencia en la actividad. El agobio lo sufrirían quienes ingresan a la actividad con las mejores intenciones pero que, a poco de andar, sufren las andanadas y los golpes con las que se manejan las distintas facciones en la lucha por alcanzar el poder.
Se ha escrito mucho en la prensa durante los últimos días sobre la demora en la designación del nuevo titular de la cartera de Justicia. Y las repercusiones y comentarios continuaron tras conocerse quién llegará a ese ministerio. Quizás no porque sea prioridad ciudadana la cuestión judicial, aunque sí porque para varios dirigentes oficialistas parecer ser la única preocupación. Por cierto, muy alejada de las penurias que vive la mayoría de la población en temas cruciales para la vida como la salud, la educación y la economía.
El presidente no pudo preservar a una de sus más fieles colaboradoras, amiga de toda su vida y socia en su estudio jurídico, que terminó agobiada por el fuego "amigo" más que por las peripecias de su gestión. Si no lo pudo hacer con ella, quizás tampoco logre defender a varios funcionarios más, con lo que la incertidumbre en torno al ejercicio del poder se podría agravar.
En este contexto, se ha señalado también que la palabra agobio no pudo ser más ajustada a la realidad de la ministra renunciante. Porque en su definición se encierra la imposición de una actividad o un esfuerzo excesivo a alguien. Establece un estado de ánimo deprimido que se manifiesta en una pesada carga sobre los hombros. Una dificultad que es difícil de superar. En este caso, porque la funcionaria "no viene de la política".
Pero, además, la etimología del vocablo ratifica la sensación de que el problema es mucho más grave. Agobiar proviene de una formación romance con el prefijo a (del latín aproximación, asociación) y un vocablo del latín vulgar "gubbus" que es variante de gibbus (joroba). En verdad, el agobio no es solo de la ministra renunciante. La sensación de que estamos "jorobados" es añeja ya y se ha acrecentado durante este año de pandemia, cuarentena, inflación, grieta, desempleo, crisis moral y tantas otras cargas que la Argentina lleva a cuestas desde hace varias décadas.