“Nuestros estudiantes tienen la necesidad de ser validados socialmente”
Claudia Pioli es la directora de la escuela nocturna J. B. Iturraspe. Ella tiene la noble tarea de educar a adultos que no terminaron el nivel primario. La enseñanza, los desafíos y los sueños de la mano de la "Seño Clau".
Por Stefanía Musso | LVSJ
Cuando pensamos en educación, generalmente la asociamos con la educación formal de niños, adolescentes y jóvenes. Si bien ellos son los principales beneficiarios según el derecho internacional de los derechos humanos, a los adultos también se los reconoce como titulares de derechos.
El derecho a la educación es como todos los derechos humanos, es universal y se aplica de todas las personas, independientemente de su edad.
Para la Profesora para la Educación Primaria y directora de la nocturna J. B. Iturraspe Claudia Alejandra Pioli (57). Con 17 años en la dirección y 19 en la Escuela, reconoce que todos los estudiantes tienen la necesidad de ser validados socialmente.
La pandemia de coronavirus dio luz a realidades diversas de los adultos que asistían a clases primero, por la falta de acceso a la virtualidad pero además, a las necesidades socioeconómicas
- ¿Qué valor tiene una institución como éstas para aquellos que no pudieron terminar la primaria?
Es sumamente importante, no solo para quienes no terminaron la escolaridad primaria, sino para toda la sociedad. La escuela para jóvenes y adultos es la puerta abierta para aquellos que, por alguna razón, en un momento de sus vidas se le cerró, pero también para la sociedad porque todo logro individual termina impactando, para bien, en el medio en el que nos desarrollamos. Cuanta más cultura tiene un pueblo más sano, autónomo y capaz de superarse es.
- En tiempos de pandemia, ¿Qué cosas cambiaron en la educación para adultos?
Cambió la forma de dar clases. La virtualidad es una experiencia que no estábamos preparados para abordar. Los docentes y los estudiantes tuvimos que aprender nuevas formas y encontrar las adecuadas al grupo y a la realidad. Aprender a desaprender para enseñar aprendiendo. Salir de la zona de confort, ellos y nosotras, e intentar un nuevo modo alentándolos a seguir adelante. Se multiplicaron las horas de trabajo, pero me gustan los desafíos.
- ¿La pandemia profundizó las dificultades de los estudiantes?
Sí, muchas veces es difícil llegar a ellos porque no tienen los medios necesarios para desarrollar una formación a distancia de calidad. Este año, tenemos clases presenciales acotadas, lo que nos permite estar en contacto, explicar, comprobar lo que comprendieron y cambiar estrategias cuantas veces sea necesario con mayor certeza porque realmente vemos al alumno trabajar.
- ¿Qué cosas salieron a la luz?
La pandemia puso en evidencia cosas buenas y malas en todos los sectores. Rescato, en nuestra escuela, que este tiempo haya sacado a relucir las ganas de superarse de mucha gente que, a pesar de las dificultades, el año pasado pudo egresar y que este año, no menos difícil, estén quienes debían continuar sumados a nuevos estudiantes. No puedo dejar de lado la actitud de agradecimiento y de respeto, por el compañero y las docentes de cada persona que llega al aula. Me emociona escuchar a los estudiantes, que después de su labor cotidiana, sin importar su cansancio llegan a clase y te hablan con respeto, valoran tu tarea y hasta te agradecen... Me emociona que digan que lo que estás haciendo les ayuda a cumplir su sueño y que esta oportunidad les va a cambiar la vida porque ven que sus planes de mejorar la situación personal van tomando forma.
- ¿Qué tienen en común las personas que se acercan para terminar la primaria, además de esta necesidad imperiosa por saber y superarse?
Creo que tienen en común la necesidad de ser validados socialmente. Cada uno trae una trayectoria marcada de fracasos, de mandatos familiares contrarios a sus deseos. Una vida de marcada procrastinación que pone límites aún a lo más íntimo del ser humano: sus propios sueños.
Con 17 años en la dirección y 19 en la Escuela, Pioli reconoce que todos los estudiantes tienen la necesidad de ser validados socialmente.
- ¿Qué momentos son más difíciles a la hora de enseñar?
Cuando llegué a la escuela, casi 20 años atrás, pensaba que era imposible que alguien no supiera leer y escribir. Creía que todos podían aprender. Hoy lo más difícil es reconocer que no podemos alcanzar este objetivo con todos. Por muchas razones, pero es así. Eso es lo más difícil. Porque te quedás sin palabras ante la realidad. Entonces es cuando más (más que lo que se hace siempre) tenés que ocuparte de la parte humana, trabajar profundamente la autoestima, contener, escuchar y descubrir las habilidades que el otro puede desarrollar en su propio beneficio.
- ¿Qué promedio de edad tienen los estudiantes y que les comentan?
El promedio de edades es de aproximadamente 40 años (la mayor de 64 y la menor de 21). Hay una demanda alta en alfabetización (7 alumnos del total de estudiantes que es 19) La preocupación es cuidarse por el tema de la pandemia, hay gente que perdió familiares a causa del Covid. Si bien la situación es muy difícil para la mayoría, no se victimizan ni hacen de sus realidades una excusa o una causa para beneficiarse.
- ¿Cuál es la sensación cuando una persona termina la primaria?
¡Felicidad! Alcanzar un objetivo por el que se trabaja mucho es fuente de felicidad. Yo más que nunca, ahí siento que vale la pena ser docente.
"Un adulto trae una mochila cargada de experiencias", dijo Pioli a Voz Mujer.
Educar a un adulto
- ¿Qué necesita la educación de adultos para darle lo mejor a sus alumnos?
En primer lugar, entender que un adulto no es un niño. Que un adulto trae una mochila cargadísima de experiencias. Que es un ser que ya está inserto en la sociedad, decide, vota, tiene familia, obligaciones, trabajo, deudas... es decir es un sujeto totalmente responsable de sí mismo y de las personas que pueda tener a su cargo. Por lo tanto, debe ser tratado como adulto.
- Entonces...
Se lo educa con empatía, con respeto, con delicadeza y a la vez con firmeza. Y enseñarle cosas que ya (no en el futuro solamente) le sirvan para aplicarlas a la vida diaria.
Algo más que enseñar
- ¿Que rol cumple la escuela nocturna además de educar?
El rol de la escuela nocturna es el del servicio. No se puede enseñar contenidos si no logras comprender a la persona que tenés en frente. Educar no es sólo enseñar. Educar es aprender a ver en el estudiante una persona, un ser increíble, único, complejo. Con sueños, miedos, conflictos, alegrías, necesidades... y con el agregado de que, si está en la escuela nocturna, trae en su haber algunos fracasos o al menos, necesidades insatisfechas en el momento adecuado.
Si no lográs sacarle una sonrisa a tu alumno en el día, si no dejas una huella positiva, algo que le de confianza para ser capaz de creer en sí mismo, ese alumno no vuelve. Hoy en día, de lo que más carecemos los humanos es de autoestima sana que nos permita creer que no todo está perdido y que, de verdad, podemos construir un mundo mejor.
- ¿Con qué realidades se encuentran en las aulas?
En general tenemos estudiantes que trabajan en diferentes rubros. Algunos en blanco, otros por cuenta propia, y también gente que va haciendo lo que puede. Lo bueno de este grupo es que muestra ganas de superarse y de colaborar. Nos movilizan y motivan para dar cada día un poco más.
Pioli junto a otros docentes colaboran con sus alumnos.
- ¿Cómo surge la inquietud de ayudar a los estudiantes?
Uno ve en el que necesita el reflejo de sí mismo. En la escuela, que es como una familia grande, nos vamos conociendo y es inevitable empatizar con los estudiantes y sentir alegría por sus logros y tristeza por sus angustias o necesidades. En este caso, especialmente, nos movilizó la crudeza con que la vida sacude en un instante y cambia para siempre la realidad.
- ¿Qué tipo de ayudas solidarias hicieron?
Cuando hubo necesidad de ayudar a alguien, buscamos de hacerlo recurriendo a los grupos de WhatsApp de los que somos y siempre está quien te da una mano. No tengo presente las ayudas que hicimos a lo largo del tiempo, pero por ejemplo el año pasado desde conseguir una biblia, libros, algunos alimentos, ropa y hasta una profesional médica para atender a una persona que carecía de apoyo, fueron cosas que logramos en medio de la pandemia y aislamiento.
Ahora estamos ayudando a dos o tres familias con algunos alimentos que conseguimos. Hasta estamos viendo si podemos conseguir una casita para una alumna que tiene que alquilar. El Facebook es nuestro gran aliado este año.
La seño Clau
- ¿Qué valor tiene tu familia y el apoyo de la misma en tu labor?
Yo hice el profesorado de grande, terminé el terciario a los 38 años. En medio de la carrera tuve mi cuarta hija y sin el apoyo de mi familia hubiese sido imposible hacerlo. Todo el tiempo me apuntalaron y después se involucraron en proyectos que demandaron el trabajo de todos ellos, como cuando organizábamos los Congresos de Educadores de Adultos (2008/09/10). ¡Desde la más chiquita hasta mi esposo tenían tareas asignadas!
- ¿Cómo es ser docente en una nocturna y más aún, directora?
Ser director es un "accidente de trabajo". Requiere tiempo para la gestión, para lo administrativo, bueno, todo eso que es importante para que una institución funcione correctamente, pero lo más importante es el ser docente. Y ser docente, especialmente docente de adultos, es maravilloso. Además, siempre me acompañaron colegas dispuestas a hacer. Siempre se prendieron en todos los proyectos y me apoyaron las veces que hizo falta. Hace dos años el equipo docente es nuevo, y con Carina trabajamos codo a codo, con total confianza y entrega, sin mirar los tiempos o las actividades extras.
En cuanto a la relación con los alumnos, he tenido personas muy mayores que me dijeron en alguna oportunidad "¡Seño, no puedo creer que aprendí esto!". No se puede olvidar las miradas vidriosas, llenas de felicidad y agradecimiento cuando alcanzan el sueño de tener su propio certificado de primaria en las manos. Son muchos los momentos que uno guarda en el corazón a lo largo del tiempo.
- Como directora, ¿Qué reflexión haces de lo que están viviendo y la ayuda extra que dan a los estudiantes?
Sinceramente dar clases es muy lindo y si a eso le sumas que a esa persona que te escucha y te habla con respeto en el aula, la podes ayudar -no solo con cosas materiales- eso vale cualquier sacrificio. Vinimos al mundo a ser luz, si logramos ser una pequeña llamita en esos momentos que la vida los deja en penumbras, podemos sentirnos en paz porque te devuelve más luz de la que podes dar.